Condiciones del Espectro Autista

Mo'ámmer al-Muháyir

Editor y traductor con Síndrome de Asperger

Luego de haber leído y traducido algo de la terminología disponible en inglés y español para designar los padecimientos del Espectro Autista, estoy convencido que la denominación “Trastornos” del Espectro Autista (TEA) es semántica y etimológicamente incorrecta.

El sufijo “torno” tiene un significado cinético (giro, que en el uso actual del término es figurativo), y desglosada la palabra se revela inexacta, tanto por su uso actual como por su etimología: tras-torno (luego del giro), hace referencia al estado en que queda una persona luego de dar vueltas sobre sí mismo. El significado etimológico es “mareado”.

El autismo no se disipa como un mareo, ¿verdad?

La denominación tras-torno implicaría un estado previo de calma y equilibrio que nunca existió, una etapa previa de ausencia del “trastorno”, y de una etapa posterior de disipación del “trastorno”. Estas dos etapas no existen, puesto que el cerebro el autista adopta esa condición desde el desarrollo fetal y la persona convive con ella toda la vida.

Por consiguiente, decidí no volver a utilizar la palabra “trastorno” en mis escritos y traducciones, y los convoco a hacer lo mismo. No es que me cueste reconocer que soy un discapacitado mental, porque ciertamente lo soy. Sucede que el verdadero significado de las palabras es el etimológico, en eso consiste la función de un lenguaje hablado, ya que las lenguas declinativas evolucionan en lenguas aislacionistas durante su relajación, que a su vez derivan en lenguas aglutinantes para evitar la pérdida de significados, para volver a evolucionar en lenguas inflexivas o declinativas (más detalles en Las lenguas humanas y sus orígenes (http://axxon.com.ar/rev/134/c-134Divulgacion.htm)).

El uso consuetudinario que se le da popularmente a las palabras y que las desvinculan de su origen etimológico (usar las palabras “como suenan” y por costumbre), atenta contra la riqueza de sus significados, y debe ser descartado por el hablante y pensador de un idioma, muy especialmente por quien estudia una ciencia y participa en la construcción de un lenguaje técnico propio de una disciplina específica.

La atribución de significados a una palabra no basados en la etimología, empobrece el orden jerárquico de las familias de palabras pertenecientes al idioma, orden que está basado en una coherencia y relación recíproca entre significados y fonemas que sintetiza el entendimiento del espíritu humano. Por consiguiente atentar contra ese orden, termina degradando la capacidad lógica y cognitiva de quien habla ese idioma (como sucede con los angloparlantes), puesto que pensamos en palabras para comprender el mundo que nos rodea.

Etimológica y semánticamente la palabra “trastorno” no es correcta. Los autistas no somos personas “trastornadas”, sino condicionadas por el desarrollo anómalo de nuestro cerebro, es decir, limitadas.

Condiciones del Espectro Autista (CEA), entonces, es una denominación mucho más correcta y específica, y sirve mejor a los fines de la construcción de un lenguaje científico útil, semánticamente coherente y exacto en neuropsiquiatría, que facilite la comprensión del conocimiento acumulado y la formulación de nuevas teorías.