Después de releer Alan Turing: The Enigma (http://www.amazon.com/Alan-Turing-Enigma-Andrew-Hodges/dp/0802775802/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1323590279&sr=8-1), la que tal vez sea la biografía de Alan Turing más completa, hay que reconocer que Turing expresa multitud de facetas en su personalidad características de los TEA. La más indiscutible es su extremo grado de sistematización: no solo dirigió el proyecto que consiguió romper la encriptación de la máquina alemana Enigma, sino que años antes había hecho algo muy superior: definió el sistema de sistemas, el meta sistema que podia encarnar cualquier otro sistema: la Máquina de Turing, modelo matemático que define todo aquello que es computable.
Razonablemente, nadie aceptaría este solo aspecto como indicador suficiente para determinar una cierta expresión del fenotipo autista. Por fortuna, la extensa y detallada biografía abunda en datos y anécdotas sobre su extremada literalidad al interpretar el lenguaje, su deficiente oculesia, sus dificultades sociales, etc. Existen anécdotas realmente divertidas sobre su comportamiento, de la que recordamos tan solo una: durante la guerra fue detenido por la policía por no tener firmada su tarjeta de identificación personal (obligatoria en tiempo de guerra); su excusa fue argumentar que en la tarjeta decía, en letras impresas, que esta no debía ser marcada o rallada para seguir siendo válida. Para él eso incluía firmarla…
Si se analizan los detalles finales de su vida, los que le llevaron a sufrir juicio por su homosexualidad, se puede adivinar una ingenuidad extrema en sus declaraciones a la policía, lo que hizo que finalmente se realizase el juicio. En la película Breaking the Code (http://www.imdb.com/title/tt0115749/), con el actor Derek Jacobi en el papel de Alan Turing, se puede constatar perfectamente este punto de vista.
En fin, pese a lo mal visto que está atribuir personalidades aspi a personajes difuntos, no podemos más que solicitar que se considere a Alan Turing como uno de los aspis más ilustres del siglo XX.