2011 — noviembre

 Negando la mayor

Viernes 4 de noviembre de 2011

Nos hacíamos eco el pasado agosto de la controversia generada por una noticia difundida por la televisión catalana. En ese momento no pudimos visitar la sede web de la asociación que promovió esa información dado que, simplemente, su servidor no respondía. Ahora hemos podido finalmente visitarla, y aunque en ella hay perlas como que el autismo es una defensa que el niño pone en marcha por propia decisión para poder continuar. Es una decisión inconsciente de la que él no puede dar cuenta, pero en la que está implicado subjetivamente hemos decidido no discutir pequeños detalles y imitar (simétricamente) a los relativistas culturales: si ellos niegan a la misma ciencia, a la posibilidad (en incluso el derecho) a medir, nosotros afirmaremos (sin demostrarlo, como ellos hacen) que nada derivado del pensamiento de determinados intelectuales franceses (en este caso Lacan) y sus acólitos merece atención y respeto.

Existen muchos intelectuales que, atónitos ante las barbaridades proferidas por algunos pensadores franceses, han publicado libros en los que denuncian los delirios detectados en esos (incompresiblemente) influyentes penseurs. Aunque hay abundante literatura sobre este tema, nos limitamos a continuación a citar libros que hemos leído:

  • Decadencia y caída del imperio freudiano, de Hans Jurgen Eysenck.
  • Pasado imperfecto. Los intelectuales franceses, de Tony Judt.
  • Imposturas intelectuales, de Alan Sokal y Jean Bricmont.

¿Alguna vez han pensado que lo que Freud decía eran como delirios de un cocainómano? Lo eran: véase el libro de Eysenck. ¿Que las favorables opiniones de Sartre sobre el estalinismo o la estética del realismo socialista no eran propias de una persona “en su sano juicio”? Pues Sartre no estaba solo entre los franceses: véase Judt. ¿Y le parecía que la relación que Lacan encuentra entre (sic) el pene y la raíz cuadrada de −1 era una broma? No lo es: véase a Sokal y Bricmont.

Las lecturas propuestas tal vez puedan ayudar a tomar con paciencia, aunque sin abandonar por ello la indignación, las desviaciones de la razón que seguiremos viendo llegar de la influencia francesa en el pensamiento actual.